La
construcción tradicional en las montañas ha utilizado piedra y madera, que es
la materia prima que los montañeses tienen al alcance de la mano. También en la
montaña de Nepal, hasta que ha llegado la modernidad y parece que utilizar
chapas es lo más barato y lo más fácil. Es una lástima porque esto está
cambiando la imagen tradicional de los pueblos de montaña; más aún después del
terremoto que la urgencia temporal de cobijarse del monzón ha hecho que se
habiliten cobertizos de chapa y toldos a modo de viviendas provisionales, pero
que casi con toda seguridad, perdurarán en el tiempo.
Conocimos
en Kathmandú a Mikel Gesta, de Pamplona, miembro de Arquitectos Sin Fronteras.
Nos explicaba que han estado visitando la parte baja del valle del Khumbu para
evaluar los daños del terremoto en las viviendas y que, efectivamente, las
nuevas estructuras de madera y chapa no son en absoluto una buena alternativa
por los problemas de dilataciones y contracciones del material y porque no
aíslan ni del frío ni del calor. Evidentemente es lo más barato y la solución
más rápida, pero conociendo la situación del país, la “provisionalidad” se
prolongará indefinidamente. Como le decía a Mikel, la solución sería ofrecer a
los afectados el doble de lo que cuesta una chapa para incentivar que se
retiraran a un “punto limpio” una vez la reconstrucción de las viviendas fuera
una realidad; aunque el gobierno de Nepal no está muy por la labor de este tipo
de medidas.
En todos los pueblos en los que hemos estado hemos visto
viviendas, muros y caminos afectados. Mucho más en Gaatlang, Thulo Syabru,
Langtang o Timure, pero todas las poblaciones del distrito de Rasuwaa han
sufrido daños importantes. En algunos pueblos los mismos particulares han
empezado a reconstruir sus viviendas sin esperar a que llegue la “ayuda” del
gobierno de 15.000 NRps (150 euros) por casa. La reconstrucción en las
poblaciones sin acceso rodado es más cara, larga y dificultosa, porque portear
el material a las costillas tiene su aquél, además de los costos en un país en
el que la media de la población vive con un euro al día. Por ejemplo, un saco
de cemento pesa 15 kg y cuesta 700 NRps ( 7 euros), la madera para una casa 300.000
NRps (3.000 euros).
Los
millones de euros (o de dólares) que ha recibido el gobierno de Nepal de otros
países para la reconstrucción no están llegando a las poblaciones de montaña.
Parece, dicen, que se ha utilizado en pagar parte de la deuda externa y otros
asuntos pendientes.
En
cualquier caso, hay que ser realistas y asumir que las familias necesitan un
techo y, hoy por hoy, las chapas son lo que les da una solución rápida. Como “a
perro flaco todo son pulgas”, hace varias semanas que las chapas se han acabado
porque vienen de la India y este país está empeñado en seguir bloqueando el
suministro a Nepal de cualquier cosa que pueda ser necesaria: gas, gasolina,
chapas y lo que vaya surgiendo. Por ello, la ayuda económica que habíamos
previsto para pagar tejados, está a la espera de que Pemba Lama, Presidente del
Comité de Restauración del Valle de Langtang, nos comunique que pueden realizar
la compra.
El valle de Lantgang ha solicitado un proyecto a
una consultora, para tener claros los costos a la hora de pedir ayuda a las
organizaciones humanitarias. Estamos hablando de 25.000 euros por vivienda de
dos habitaciones, contando con que los habitantes aportan su trabajo (que se
descuenta del precio total) y de acuerdo con un proyecto que recupera la
arquitectura tradicional de casas de piedra con ventanas y porches en madera
tallada. Son 116 familias las que han perdido su casa en el valle de Langtang,
lo que nos lleva a un total de tres millones de euros sólo en viviendas en esta
zona. La reconstrucción de los senderos del valle está valorada en 90.000
euros, de los que el gobierno de Nepal dice que pondrá 15.000 euros.
Pero
también hay que reconstruir colegios, puntos sanitarios, caminos, suministro
eléctrico, alcantarillado… y todo esto no sólo en el valle de Langtang. El
pueblo de Haku, de donde son la mayoría de nuestros porteadores, ha quedado
arrasado y ahora sus 500 habitantes están instalados en refugios de chapa al
pie de la carretera de Dunche, y ya hace más de seis meses. El hospital de
Dunche se desmoronó por completo y hace meses que es un hospital de campaña,
con tiendas de la Cruz Roja Canadiense y de UNICEF. Los colegios de muchos
pueblos, o han desaparecido por completo o son cobertizos de chapa, madera y
toldos. Un largo etcétera en cada uno de las diez provincias (o distritos)
afectados.
Muchas
son las organizaciones que están interviniendo en Nepal. Muchos los cooperantes
que se implican en su reconstrucción y en el alivio de las necesidades de la
población más afectada (atención sanitaria, ropa, comida, menaje, etc.); pero los
pueblos de montaña son más vulnerables, porque sus recursos económicos son más
limitados y por el aislamiento en el que se encuentran. Circunstancias que
hacen que la ayuda que les llega sea mucho menor. Si Nueva Orleans sigue todavía en
reconstrucción 10 años después del huracán Katrina (y hablamos de Estados
Unidos), ¿qué futuro le espera a estas provincias de Nepal?
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